martes, 11 de mayo de 2010

POR UNA ESTRATEGIA IDENTITARIA EN EUROPA

La definición de una estrategia tal exige que sean sistemáticamente dejadas de lado las querellas personales, reacciones pasionales, amarguras, rencores, espíritu de capilla, intereses diversos (financieros, electorales, etc...). Solo debe intervenir la exigencia de claridad y de honestidad, sobre el terreno ideológico, en virtud de los militantes a los que nos dirigimos.
EVIDENCIA
Europa es víctima de una invasión de gran envergadura, por parte de poblaciones venidas sobre todo desde África del Norte y del África negra. Esta invasión tiene un objetivo evidente: La conquista y el dominio de Europa por esas poblaciones. Este proceso está ya muy avanzado actualmente. Es favorecido por los traidores y renegados que, por convicción ideológica o interés (estar a bien con los futuros amos, que tendrán necesidad de colaboracionistas a su servicio), hacen todo lo posible para preparar la esclavización de los pueblos europeos e instalan en las estructuras de poder (administraciones, ejército y policía, medios de comunicación) a miembros de las “minorías visibles” (eufemismo con que se designa púdicamente a los invasores). Seamos claros: Los invasores, que se equivocarían mucho si se molestaran, juegan su juego, aprovechándose de la cobardía de las autoridades políticas, económicas, culturales, religiosas que controlan el poder en los países europeos. Son estas autoridades, que constituyen el entramado del Sistema vigente, las prioritariamente culpables. Deberán pagar algún día por sus crímenes, siendo el único crimen imperdonable el crimen contra la sangre de los pueblos, crimen que se llama mestizaje. No obstante, la lucha contra los invasores es evidentemente imperativa puesto que no es cuestión de que nos dejemos robar nuestra tierra.
REACCIONES POPULISTAS
Contra tal fenómeno, diversas son las reacciones de defensa y resistencia europeas que se manifiestan un poco por todas partes, bajo la forma de movimientos populistas que se expresan sea a través de manifestaciones de rechazo, en ocasiones violentas, sea a través de los resultados electorales, en Italia con la Lega Nord, en Suiza con la votación contra los minaretes, en Francia con los resultados del Front National, en Flandes con los del Vlaams Belang, en Gran Bretaña con los del B.N.P., en Austria con los del F.P.Ö., en los Países Bajos con el Partido de la Libertad de Geert Wilders –en otros países europeos con movimientos similares en Escandinavia, en Europa central, en Grecia, en Cataluña–.
Evidentemente tal fenómeno es globalmente positivo, puesto que muestra que hay todavía un instinto de defensa y de supervivencia en algunos europeos. Y todo cuanto acontezca en tal sentido debe ser aprobado y apoyado. Pero al respecto hay que hacer un análisis lúcido, desapasionado, exigiendo una crítica positiva de las ambigüedades que pueden desembocar en callejones sin salida, condenando a la reacción identitaria al fracaso.
LA DERIVA OPORTUNISTA
Con la ambición, totalmente ilusoria, de hacerse aceptar en el seno del Sistema vigente, algunos juegan al compromiso (es decir al empeño) con la ideología cosmopolita que está en el poder. Tentación ilustrada por la célebre declaración de Jean-Marie Le Pen en Argenteuil, afirmando que los inmigrantes son «las ramas del árbol Francia». Declaración ésta que es la consecuencia de la influencia de Marine Le Pen, que quiere, como ella misma dice, “desdiabolizar” al F.N. con la mirada puesta en del día en que, convertida en presidenta del F.N., podrá negociar las ventajas de una adhesión al Sistema. Una perspectiva que se perfila en el horizonte, habida cuenta de los disgustos de Sarkozy, tal y como lo subraya el semanario Marianne (de 27 de Marzo de 2010), en un artículo titulado “La cuestión que mata... ¿Y si la U.M.P. estuviera condenada a aliarse con el F.N.?”. El artículo relata las inquietudes de diversos diputados de la U.M.P. tras el revés de su partido en las elecciones regionales. Pero precisa: «Un interrogante les es común a todos ellos: ¿Y si la derecha estuviera, al final, condenada a aliarse con el Front National, convertido en más “frecuentable” bajo la dirección de Marine Le Pen? La hija del presidente frentista soñaría, se oye por aquí o por allá, con una “normalización” de su clan (…) Después de años de oposición sistemática, después de haber sucedido a su padre, Marine Le Pen podría querer probar las mieles de un partido en el gobierno, tentar su suerte en el juego de la participación, aliarse con esa U.M.P. maldita, pero que podría revelarse como interesante si el partido sarkozysta abriese la puerta del “sistema” tan denostado». El secretario de Estado para el comercio Hervé Novelli admite: «Marine no es Jean-Marie, un después de Le Pen se perfila, el cual, es evidente, no será portador de los mismos discursos». El F.N. podría convertirse de golpe en “más aceptable”. Las mismas campanadas por parte del diputado por Vaucluse Thierry Mariani: «Cada vez hay más gente sobre el terreno que nos habla de alianzas». ¿Y si a estos dos les hubiera encargado su amo empezar a preparar tranquilamente el terreno?
En todo caso, Marine ha estado lanzando, desde hace ya mucho tiempo, muchas señales, que hay que saber interpretar. Cuando era abogada, entre 1992 y 1998 defendió en diversas ocasiones, ante la 23ª sala correccional del Tribunal Superior de Justicia (T.G.I.) de París, a inmigrantes clandestinos. Fue ella la que inspiró el cartel del F.N., para las elecciones presidenciales, en el que se veía a una joven mujer magrebí al lado de Jean-Marie Le Pen. Es ella la que ha multiplicado, durante estos últimos meses, las declaraciones a favor de los parados inmigrantes «que son tan franceses como los otros».
Encontramos una deriva oportunista como esa en las declaraciones de los dirigentes del Bloc Identitaire durante su convención de Orange, donde se aliaron con Bompard para intentar una operación electoral y en donde aseguraron «renunciar al nacionalismo y al antisemitismo» (lo que quiere decir, en buen francés, que practicaban nacionalismo y antisemitismo, antes de renunciar a ellos...).
Todo ello corresponde al síndrome Fini. Éste, devorado por el arrivismo carrerista, hundió al M.S.I. que le legó Giorgio Almirante, creó la inodora Alleanza Nazionale antes de adherirse puramente y simplemente al partido de Berlusconi. Ha tenido su recompensa, puesto que es actualmente el presidente de la Cámara de los diputados. Para estar bien a la altura de las circunstancias, nunca le falta una ocasión en la que escupir sobre la Italia mussoliniana (¡De la que incluso ciertos hombres de izquierda italianos reconocen que fue un período positivo para su país!).
El síndrome Fini se inscribe en el marco de una operación de gran envergadura, a escala europea, destinada a proporcionar a Israel el apoyo de gente de derecha y de extrema-derecha. Esta operación es en realidad una temible trampa para los identitarios.
LA TRAMPA
Se trata de trasladar a Europa el enfrentamiento que opone en el Oriente Próximo a Israel y los arabo-musulmanes. Puesto que en Israel se inquietan al ver el crecimiento del poderío demográfico de los arabo-musulmanes, en el Oriente Próximo pero también en Europa en la que las comunidades judías saben que pueden ser sumergidas en el caso de una guerra étnica.
Para nosotros, europeos, la lucha contra los invasores arabo-africanos es evidentemente indispensable y cuantos más refuerzos recibe tanto mejor es. Pero precisando bien que la amenaza, si bien se cubre con un velo religioso, el islam, que sirve de justificación («Alá lo quiere»), tiene primero y ante todo un carácter étnico. En claro, si un magrebí o un negro abandona el islam (el caso es poco frecuente), no deja de ser en absoluto un magrebí o un negro, que por su presencia sobre el suelo europeo amenaza a la identidad étnica europea. El problema está ahí y hay que ser bien consciente de ello: Estamos empeñados en una guerra étnica.
De otro lado la lucha, justa y necesaria, contra el invasor africano y musulmán, es utilizada por algunos para justificar la adhesión a una causa que no es la nuestra: La lucha de Israel contra los arabo-musulmanes.
Los identitarios europeos corren el riesgo de caer en una trampa, constituida por la incitación que les es hecha para implicarse en una guerra que no les concierne en absoluto, la que opone a Israel y los pueblos arabo-musulmanes. Israel y aquellos que le dan un apoyo incondicional quieren de hecho transformar a los identitarios europeos en harqueños, conscientes o inconscientes, al servicio de Israel. El argumento es simple y eficaz: En nombre de la lucha contra los musulmanes, todos aquellos que rechazan el crecimiento del poderío del islamismo deben unirse en un frente común, reagrupando a las fuerzas identitarias europeas y los partidarios de Israel. Acompañado, a modo de clave, de un chantaje clásico: ¿No queréis apoyar a Israel? Entonces, es que sois antisemitas (la acusación que mata...).
Esa ha sido la estrategia ilustrada por el rol de peces piloto jugado por escritores como Del Valle y Guillaume Faye (con su último libro, La nouvelle question juive, Les Éditions du Lore, 2007).
La misma que se manifiesta actualmente a través de la acción de un tal Patrick Brinkmann, hombre de negocios que hemos visto surgir recientemente en los círculos de la extrema derecha en Europa cuando era hasta el momento un total desconocido. Dispone de importantes medios financieros (ha prometido una donación de 5 millones de euros al partido Pro Köln-Pro NRW) que le sirven para seducir a cierta gente, de la que algunos no son más que unos ingenuos pero de la que otros actúan con perfecto conocimiento de causa.
Muchos miembros de lo que se conviene en llamar extrema-derecha europea sueñan con un diploma de honorabilidad que, creen ellos, les permitiría entrar en el juego político “normal”, es decir, para ser claro, en el Sistema vigente, con las ventajas muy concretas que ello implica. Para obtener tal diploma de honorabilidad, es necesario ser “realistas”, es decir pagar alguna prenda.
De ahí las tomas de posición, en Italia, de un Fini, presidente de la Asamblea, o de un Alemanno, alcalde de Roma, a favor de Israel; en Alemania, de un Brinkmann, declarando querer organizar una “peregrinación europea” a Israel; en los Países Bajos de un Geert Wilders denunciando al islamismo, durante un viaje a los Estados Unidos, y diciendo de Israel: «he vivido en ese país y lo he visitado docenas de veces. Apoyo a Israel. Primero porque es el territorio judío desde hace dos mil años de exilio hasta Auschwitz, segundo porque es una democracia y tercero porque Israel es nuestra primera línea de defensa».
En otros países europeos encontramos tomas de posición totalmente similares. Es el caso, en Francia de una Marine Le Pen, miembro en el Parlamento europeo, desde 2005, del grupo de estudios de las relaciones con Israel y que deseaba, pero en vano, hacer un viaje a Israel.
Insistamos un poco sobre el caso Brinkmann puesto que es particularmente revelador. Se presenta como el líder de un movimiento llamado Bürgerbewegung pro Deutschland. En sus textos (escritos de hecho por su “negro”, un tal Andreas Molau) afirma la necesidad de una “entente” entre Europa e Israel para la supervivencia de ambas. Y declara: «La cultura judía está para mí inextricablemente entrelazada con la cristiana. Quien es antisemita es pues contrario a su propia cultura». De paso, explica que en los años treinta su abuela vivió un gran amor con un judío, habiendo nacido una hija en 1937 de esa relación.
Durante una entrevista con la agencia PI, en Enero de 2010, se le pregunta a Brinkmann sobre cuál es su relación con el judaísmo. Él responde: «He visitado Israel. Estuve en el Yad Vashem, pero no como un turista, puesto que fui allí a llorar (...) Creo que el judaísmo va a la par con la cultura europea».
Durante el congreso del movimiento Pro Köln-Pro NRW, celebrado en Leverkusen el 19 de Febrero de 2010, Brinkmann declaró: «Consideramos al judaísmo como parte integrante de la Cultura occidental. Quien sea antisemita no puede ser un verdadero patriota (...) Me siento ahora muy orgulloso por participar en Alemania en la construcción de un partido de derecha moderno y serio más allá de todo extremismo y antisemitismo».
Sabido es que en Alemania, desde 1945, tan pronto como un movimiento identitario se perfila el Sistema blande de inmediato el espantapájaros nacionalsocialista. ¿Chantaje imbécil? Cierto. Pero es necesaria una gran fuerza anímica para resistirle. Incluso a pesar de que todos los estudios de opinión muestran que el antisemitismo va dejando cada vez más de estar presente en Europa (salvo entre los arabo-musulmanes, por razones ligadas al conflicto del Oriente Próximo...).
CONCLUSIONES
Nuestro rol, para nosotros, revolucionarios identitarios, es constituir un bastión ideológico inquebrantable, que sea, más allá de las vicisitudes coyunturales, el punto de anclaje, de referencia de los auténticos militantes identitarios, sinceros, desinteresados, determinados a seguir un camino de fidelidad. Militantes lúcidos y que hayan remachado a sus cuerpos una fe sin fisura alguna en nuestra lucha y en nuestra misión histórica. Obramos para el futuro.
He aquí nuestros principios de acción:
1) Los europeos no deben dejarse arrastrar hacia un enfrentamiento entre Israel y los arabo-musulmanes que no les concierne en absoluto. No es nuestra guerra, Dejemos a los hijos de Abraham despedazarse entre ellos.
2) Los éxitos electorales de las fuerzas identitarias en Europa son algo que está muy bien y hay que hacer todo lo posible para acrecentarlos pero no nos hagamos ilusiones: Será necesario todavía algún tiempo para que tengamos la capacidad de destruir al Sistema vigente.
3) Ello no impide que tal objetivo debe ser nuestra brújula. Luchamos para que un día triunfe la revolución identitaria.
4) Para ello, es necesario mantener firmemente, pase lo que pase, la fidelidad a nuestros principios, a nuestras convicciones, a nuestra fe solar. Esta fidelidad es nuestra única riqueza. Preservémosla como a un tesoro.
5) Ello pasa por la afirmación serena, sin compromiso y sin temor, de nuestra concepción del mundo:
- El mestizaje es una amenaza mortal para los pueblos europeos.
- Rechazamos y combatimos al capitalismo liberal, es decir el reino del dinero-rey y la explotación de los trabajadores.
- Afirmamos la necesidad de la justicia social, del solidarismo identitario, en el marco de una economía orgánica.
- Afirmamos la necesaria preeminencia de la soberanía política sobre las fuerzas económicas, cuya libertad debe ser enmarcada y arbitrada por el poder político.
- Afirmamos la necesidad de una Europa imperial, bloque de poder que permita frustrar la hegemonía americano-sionista.
- Afirmamos la necesidad de un mundo multipolar, en el seno del cual Europa podrá defender sus justos intereses, incluyendo el establecimiento de acuerdos con tal o cual bloque geopolítico, como la China o la India.
- La solidaridad entre la Europa del Oeste y Rusia debe ser total.
- En virtud de las realidades etnopolíticas, que afirman su fuerza por todas partes en el mundo, afirmamos la preeminencia de la LEY DE LA SANGRE. La identidad es primero y ante todo étnica. Esta realidad se afirmará cada vez con más fuerza. La revolución del Siglo XXI será identitaria.
El movimiento TERRE et PEUPLE se compromete a colaborar estrechamente con todos los camaradas europeos que manifiesten su acuerdo con este texto.


Pierre VIAL, a 5 de Abril de 2010, en algún lugar de la tierra de Europa.